Mucha de la megalomanía sectaria proviene de una enorme ignorancia y un gran ego hambriento de superioridad.
Vista desde la ingenua fe y la falta de cultura general del grueso de los miembros, la colonia y templo sede internacional de La Luz del Mundo compite sin problema con el Vaticano o Salt Lake City, lo cual, para algunos no miembros puede sonar descabellado.
Esta vez queremos compartirles el comentario desenfadado de cierto bloggero que firma como “Rocamadour” donde hace referencia a la Hermosa Provincia y que aparece en el siguiente blog: http://marcapasosmex.blogspot.com/2007/09/guadalajara-referencias.html dentro de un post que da cuenta de algunos sitios poco conocidos de la ciudad.
En él, Rocamador retrata a la colonia desde un punto de vista de alguien ajeno a la comunidad de LDM y, a juzgar por el estilo de redacción y las demás entradas de su blog; cuenta con suficientes conocimientos de arte, urbanismo y arquitectura (amén de un desternillante sarcasmo) para emitir un juicio desenfadado sobre esta peculiar colonia del oriente de la ciudad de Guadalajara y que es el mayor orgullo de los seguidores de LDM.
Ustedes, los lectores tienen la última palabra.
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Hermosa provincia y Templo Sede Internacional de la Iglesia Luz del Mundo
Leopoldo Fernández Font
Cerca de la estación La Aurora, línea 2 del Tren Ligero
Por ahí de los veinte, había una vez un chico llamado Eusebio Joaquín que tenía visiones con el tímido y escurridizo Dios. Gozando de un singular espiritu emprendedor, el joven empezó a predicar sobre lo que en esas conversaciones le decía tan misterioso señor. Pronto la fuerza y poder de sus enseñanzas le empezaron a dar varios racimos de seguidores en los barrios bajos de Guadalajara, lo que provocó a su vez la necesidad de institucionalizar sus enseñanzas para poder gozar de mejor manera los santos réditos que ellos le provocaban. Así nació la Iglesia de la Luz del Mundo, y aunque el buen Eusebio no vivió demasiado tiempo, acabó construyendo la más grande aportación mexicana al sarpudillo de iglesitas cristianas que aparecieron en el siglo XX.
Desde los años veinte, Eusebio decidió concentrar a sus fieles en una sola colonia, a la que nombró Hermosa Provincia y en cuyo centro dispuso una glorieta donde se construyó la primera y humilde iglesia de la Luz del Mundo. Unos tres millones de feligreses después, la Hermosa Provincia se ha transformado en una especie de vaticano en donde vive Samuel Joaquín Flores, hijo de don Eusebio y autodenominado “Apóstol de Jesucristo”.
Celebrando ya 80 años de éxito ininterrumpido, la religión decidió reemplazar la tímida iglesia de sus años infantiles por una construcción mucho más adhoc con su voluntad expansionista. Su altura es mayor que la catedral de Guadalajara (lo que la hace gigantesca para estándares tapatíos). Lo que por supuesto implica que puede ser vista desde la mayor parte de la ciudad, como una risotada hacia la catolicidad absolutista de la ciudad.
Hermosa Provincia es ciertamente interesante. Ubicada dentro de un sector evidentemente popular de la ciudad, la colonia es un polígono amurallado con calles que forman pentágonos concéntricos alrededor de la glorieta, y calles radiales que salen desde ella viniéndose a estampar contra la barda que la separa del resto de la ciudad. En su interior viven los miembros más fieles de la Luz del Mundo, y todo pagano tiene aparentemente prohibido vivir dentro de ella. Alrededor de la colonia se han aglutinado otros cientos de creyentes de extracción bastante humilde, fácilmente reconocibles por las grandes faldas largas que usan sus mujeres.
Si la Hermosa Provincia es un dulce sociológico, su relleno cremosito es, por su puesto, su glorieta central, donde los verdísimos pastos, las bancas horribles y los diseños espaciales de los edificios, contrastan milagrosamente con los grises entornos en donde viven los seguidores de la Iglesia.
Centralizadora de la vida pública de la colonia, en la glorieta se ubican el mercado, las oficinas del corporativo eclesiástico y una especie de huerta colectiva. TODOS los edificios son de una posmodernidad tan orate que harían sonrojar al mismísimo Robert Venturi, y están tan cuidados que el estado de la glorietita es similar el de Disneylandia en cualquiera de sus denominaciones.
En el centro de la glorieta se encuentra la peculiar silueta del Templo Sede Internacional, el equivalente de la Basílica de San Pedro.
En la mejor de las evaluaciones, se podría calificar a la iglesia como de un candor de ranchero nuevo rico, que arma una fiesta de quince años a su hija con un vestido verde pistache y calabaza y chambelanes. ¿Entienden la idea, no? Ajá.
Pero eso no quiere decir que la iglesia -o la fiesta de quince años- no sea divertida. El proyecto parece el sueño surrealista de algún autoconstructor de Neza. Pero si sus materiales son bastante corrientes para haber valido 65 millones de dólares, su interior ciertamente es impresionante. Ya dentro, con suerte algun humilde devoto se te acercará y en un español bastante aproximativo, empezará a relatar la simbología escondida en su arquitectura interior, mientras aprovecha durante el resto de la media hora para convencerte de visitar la Iglesia del Mundo más cercana. Puede resultar hartante, pero es un pequeño precio que hay que pagar para visitar a la Iglesia nativa más poderosa de todo nuestro país, a su colonia de mujeres de faldas largas y el avergonzaste posmodernismo de su centro Vaticano. ¿Quién dijo que Guadalajara era sólo una obtusa católica?.