Header Ad

Categories

Most Viewed

LLDM / Todos somos víctimas

“El estafador engaña a la gente,
pero a la larga perderá sus ganancias”.
Proverbios 11:18

Lo que sucedió en La Luz del Mundo hace apenas unos 6 años no es algo que pudo haber pasado desapercibido en los miembros de la secta. Los que me leen no me dejarán mentir, porque después de que Naasón se declarara culpable de abusar sexualmente de tres menores, muchos sufrieron crisis de decepción, dolor, depresión y una enorme sensación de haber sido burlados. Y no fue para menos. Para esos miles este suceso con todo su proceso, significó el despertar de un engaño en el que habían vivido muchos años de su vida, o toda.

Antes de continuar, quiero subrayar mi gratitud, mi respeto, empatía admiración por las Janes Does, unas cuantas de los cientos (o miles) de víctimas que hicieron posible lo imposible: el arresto de Naasón, exhibido y sentenciado por algunos de sus horrendos crímenes en nombre de Dios. Y no creo hablar solo por mí, seguramente muchos de los exlldm que nos leen se unen a este agradecimiento.

Hoy quiero hablar de las demás víctimas porque todos los que fuimos y forman parte de la secta, somos víctimas.

Cuando recuerdo esas burdas fábulas (sin arte compuestas) que narran el “llamamiento” de Aarón y aquellas en las que recibía “por revelación” las doctrinas que formarían la nueva asociación religiosa, me pregunto, ¿cómo pude llegar a creerme semejantes estupideces?, ¿cómo fue posible que no solo las creyera, sino peor aún, que me dedicara a predicarlas de casa en casa con tanto denuedo que convencí a muchos que se convirtieran a la fe luzmundana? La respuesta es clara: fui víctima de un gran engaño y de una hábil manipulación.

En la Hermosa Provincia (y seguramente en otras colonias naasonitas), hay una costumbre pérfida que consiste en ayudar hasta su muerte a las ancianitas sin familia en la iglesia, con la finalidad de que se sientan tan agradecidas con la ayuda, las visitas, la asistencia médica y la compañía que antes de morir dejen sus propiedades a nombre del “apóstol del señor”. Estas ancianitas o ancianos, son víctimas de la secta.

Alguna ocasión en la mesa de los pastores discutían sobre cómo lograr que la iglesia diera la mayor cantidad posible de dinero para el “siervo del señor”. Uno de ellos, con voz presuntuosa dijo: “tú háblales de la Elección y la iglesia soltará la lana”. Y es cierto, así fue. Este pastor pasó al ministerio, con su voz chillona, entrecortada y falsa le dijo a la iglesia al iniciar su predicación: “hermano, hermana, no cierres tu sobrecito; verás cómo durante esta dominical, Dios hará la obra”. Pueden adivinar de qué trató la predicación, sí, de la Elección de los siervos de Dios. Al terminar la explicación, así fue, la iglesia conmovida hasta las lágrimas ofrendó más de lo que al inicio tenía contemplado. La iglesia fue víctima de la hábil manipulación sentimentaloide basada en una crasa mentira: que Dios personalmente escogió a los Joaquín para enviarlos a la humanidad en estos últimos tiempos.

Casos así, miles.

Durante casi un siglo hemos sido víctimas del engaño supremo: Dios le habló a Aarón, escogió a Samuel y envió a Naasón. De ahí todo se desprende, absolutamente todo. Por ese engaño creímos que Dios había “restaurado” su iglesia en la Tierra y que todo lo que la forma y la define, es porque así quiere Él que sea. Por esa mentira nos creímos que Dios está en los templos para los cuales ofrendamos con sacrificio y que construimos con nuestras propias manos. Y no es así, nos tomaron el pelo, Dios no está en los templos hechos de manos de hombre por mucho que los dediquen a su gloria, mucho menos en aquellos que los dedican a la gloria de los hombres.

Por ese engaño del que fuimos víctimas, sacrificamos a nuestros hijos de sus juguetes, gustos e inclusive, de su formación académica. Conozco padres que firmaron documentos a ministros en los cuales se comprometían a dar un año de trabajo en la construcción de un templo sin goce de sueldo. Las esposas de ellos deberían ver cómo mantenían a sus hijos durante ese año. Malditos pastores a quienes no les importó jamás el bienestar de las ovejas, sino servirse a costa de ellas. Lo peor, esas familias muy felices colaboraron de esa manera y sus hijos dejaron de estudiar un año. Esta familia fue víctima de un engaño, trabajaron gratuitamente por un dios inexistente, por una bendición que jamás llegaría y todo lo contrario, construyeron una aberración arquitectónica dedicada a un ídolo de carne y hueso.

Fuimos timados. Nos vendieron la idea de que éramos Hijos de Dios, herederos de la Gracia, merecedores de una corona incorruptible allá en los cielos y todo eso es una gran mentira porque nos quisieron vender algo que no era suyo y caímos redonditos, fuimos víctimas de una gran estafa.

Nos dijeron con una voz chillante y lagrimosa que Dios nos había traído del fango con todos nuestros “horrendos pecados” y que mediante el bautismo todos ellos serían perdonados, además, que quedaríamos “más blancos que la nieve”. Nos hicieron creer que yendo a Guadalajara cada año “renovaríamos el pacto de salvación eterna” y nos lo creímos. Permíteme preguntarte, ¿no te sientes burlado en este momento que recordamos juntos todas esas cosas absurdas y tontas que nos creímos?

La lista de engaños, estafas, timos, fraudes, extorsiones, abusos y un sin fin de crímenes es larga: los avivamientos, todas las ofrendas, esas “oraciones de cinco” en que sacrificábamos horas de sueño para que al final no hubiera dios que aceptara el sacrificio ni escuchara nuestras oraciones. Y ¿por qué no?, mencionemos los legalismos a los que fueron sometidas las mujeres obligadas a usar la falda larga, a no maquillarse, a no usar ropa de moda adecuada a su edad, a usar el pelo largo y evitar el uso de joyas porque “esos son los placeres de la carne”. También, todos los luzmundanos enseñados de que a Dios no le agradaba que acudieran al cine, a bailar, a distraerse y entretenerse sanamente. Las generaciones nacidas en los sesentas, setentas y ochentas saben perfectamente de qué hablo, y todo, porque nos engañaron vendiéndonos un fe falsa, basadas en sueños falsos, fabricados por apóstoles falsos.

¡Cuántos sueños sacrificamos! Cuántos ideales, cuántas oportunidades de cualquier tipo perdimos por el engaño que sufrimos. Cuánto tiempo mal invertido, cuánto dinero y tiempo dimos creyendo que era para el servicio de Dios. Cuánto sacrificamos a nuestros hijos por ofrendar y de cuántas cosas nuestras familias carecieron por servir, honrar y adorar al dios inútil, falso, espurio de los “apóstoles” de la familia Joaquín y su Luz del Mundo.

Cuántos hoy sufren la muerte social por declarar que no creen en Naasón, cuántos de ellos han perdido su familia, su esposo, su esposa, sus hijos, su trabajo, su casa, ¡su vida!

Muchos ministros nos vejaron frente a la grey, nos humillaron y nos segregaron cuanto pudieron y quisieron. Cuántos abusaron sexualmente de jóvenes de ambos sexos y aún siguen en iglesias predicando “la palabra de Dios” flagrantemente impunes. Cuántos robaron las arcas de las iglesias, cuántos utilizaron a los hermanos para hacer sus casas, a cuántos engañaron para vivir de lujos a costa de ellos. Con casos así llenaríamos libros enteros para poder registrar todo el sufrimiento que los malos pastores luzmundanos han inflingido a los hermanos sinceros que creen que no hay otro lugar a dónde ir, porque solo en la secta “hay palabras de vida eterna”.

Y las peores víctimas, aquellas que creyendo que agradaban a Dios se ofrecieron voluntariamente manipulados o también forzados a los deseos insanos de los “hombres honorables” que dirigen la iglesia. Víctimas que han sufrido el ostracismo de sus familias, la injuria de los fanáticos, el odio de la congregación.

Quiero subrayar un aspecto importante, todo el daño que nos infligieron no quedó solamente en el pasado. A pesar de haber salido de la secta, muchos de nosotros tenemos las marcas de las heridas, el daño cerebral, la disonancia cognitiva, la dificultad para socializar, para reintegrarnos a otras comunidades religiosas o inclusive a la sociedad misma. Todos hemos sido dañados en algunos de estos aspectos en mayor o menor grado y eso es claramente visible en nuestro lenguaje, en nuestra forma de actuar, en nuestro interactuar con otros. Lamentablemente algunos exlldm no son libres aunque hayan dejado de asistir a las oraciones de LLDM y dejado de convivir en sus actividades. Miembros que salieron pero que actúan de manera coercitiva con los demás, que consideran que tienen la razón y nadie más, personas que responden con odio, intolerancia y que acusan a todos de discriminación o se sienten perseguidos por su forma de pensar, es más, también hay quien busca vivir a costa de otros, exactamente como lo vivieron en las filas de la asociación religiosa. Todos ellos víctimas de La Luz del Mundo a quienes les es casi imposible concientizarse del enorme daño que tienen y mucho menos desear comenzar a extirparlo de sí mismos.

Qué lamentable. Sí, todos fuimos, todos somos víctimas de La Luz del Mundo.

Pero no siempre será así.

Los cristianos tenemos esperanza de que ese Dios en el que creemos hará justicia:

¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! dice Jehová.  Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice Jehová.

Jeremías 23-1

Esta es mi confianza. Me indigno, me enojo cuando pienso en esa multitud de pastores luzmundanos hambrientos de dinero, de poder; en esos viles escarnecedores, vividores que no se tientan el corazón para lastimar a la iglesia sincera; para robarles su tiempo, su sustento. Pero después me lleno de esperanza porque estoy cierto que habrá justicia. Todos han de pagar de alguna u otra forma.

Y mientras llega esa justicia, amigos lectores, ¿qué debemos hacer nosotros los que de alguna forma u otra hemos salido de la secta?

Abre tu boca en favor del mudo, por los derechos de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y del menesteroso.

Proverbios 31:8

“Abre tu boca a favor del mudo”. Yo no conocía este texto, pero es lo que mi alma deseaba expresarte esta noche y que me mueve también a agradecer a los que han levantado su voz a favor de las víctimas de La Luz del Mundo. A todos aquellos que tienen un canal y que hacen un esfuerzo sincero y honesto por abrir su boca a favor del que no puede hacerlo, a aquellos que marcharon en alguna protesta, a aquellas que este pasado 8 de marzo desfilaron con el rostro de Sibia Orozco pidiendo justicia para ella.

¡Gracias!

Sigamos hablando, sigamos marchando, sigamos escribiendo porque hay miles que no pueden hacerlo y algunos ya jamás lo harán.

Sea que denuncies un abuso sexual, sea que denuncies estafas, abusos de poder, discriminación, intolerancia o que tomes una Biblia y evidencies las herejías de perdición (que es donde comienza todo), ¡síguelo haciendo! No decaigas, ¡insiste! Y si te sientas a descansar, no te culpo, pero vuelve otra vez porque así como estábamos tú y yo, hay decenas de miles siendo víctimas de esta oscura y tenebrosa secta que necesitan, por lo menos una pequeña luz que les señale el camino.

Y para despedirme quiero decirles a todos los que abren su boca por aquellos que no tienen voz:

El tiempo que Dios me permita, aquí tienen mi pluma al servicio de la causa.

Dios me los bendiga.

Moisés De la Fuente B.

    Leave Your Comment

    Your email address will not be published.*