Por: Magnus
Una de las principales doctrinas que sustentan la hegemonía de la doctrina de La Luz del Mundo (LLDM) llamada “Elección”, es sin lugar a dudas el tema que nos ocupa en esta ocasión: el llamado “Ministerio de Reconciliación” que básicamente consiste en una supuesta facultad que el Señor dio a sus apóstoles para que ellos puedan perdonar los pecados de los hombres cuantas veces sea necesario.
Como sabemos, LLDM sostiene que esta supuesta facultad hoy en día es administrada por el “apóstol” Samuel Joaquín Flores (SJF) de manera exclusiva. Y sin ánimos de exagerar, Ésta doctrina constituye uno de los pilares de la fe que practican, ya que refiere a una de las cualidades más importantes de la importancia que le reconocen los fieles a su apóstol. LDM sostiene que si no hubiera un apóstol con un ungimiento “especial” sobre la faz de la Tierra, no habría quien pudiera perdonar sus pecados delante de Dios, por lo cual todos serían irremediablemente condenados.
El siguiente video retrata el momento en que Samuel Joaquín “intercede” por los fieles de LLDM el 14 de agosto del 2011. Como podemos ver, este acto suele estar precedido siempre de una reflexión que busca convencer a los fieles de una condición espiritual deplorable, para que de esta manera se caiga en un sentimentalismo generalizado de indignidad manifiesto con gemidos, llantos, gritos y balbuceos. Posteriormente, entra Samuel como su “salvador” y “padre protector” para orar por ellos en voz alta y “absolverlos de los pecados”.
En seguida los fieles se incorporan a la “sentida” y larga oración de Samuel en la que “paternalmente” pide el perdón para los que en él confían. Y, habiendo logrado esto (en la imaginación de los fieles) fortalece un sentimiento de gratitud, adhesión y amor hacia con él.
Este acto es en realidad un círculo vicioso, porque por un lado tenemos al ser humano que LLDM considera perfecto, impecable, santo e inmaculado que siempre ofrece el perdón de todas las faltas a los que crean en su “elección divina”. Por otro lado, los fieles conscientemente sugestionados con la premisa de que han ofendido a Dios de forma tal que por sí solos no son capaces de alcanzar el perdón divino, sienten la urgente la necesidad de buscar al “único capaz de abogar” por ellos, formando así una especie de interrelación –salvador/pecador- en un ciclo que cada año se repite fortaleciendo la absoluta y total dependencia al apóstol. Todo amparado bajo una herética interpretación de algunos pasajes de la Biblia, como veremos en seguida. (Leer también : “La Santa Cena y el Perdón”)

Cabe mencionar que esta doctrina en LLDM no es más que una versión modificada de lo que la iglesia católica ha pretendido administrar desde siglos atrás.
Como sabemos, se afirma que todos los sacerdotes poseen la facultad de remitir pecados durante el rito que se denomina LA CONFESIÓN AURICULAR, de manera que LLDM retomó esta doctrina herética para aplicarla antes de las ceremonias de Santa Cena cada 14 de Agosto. Cada uno de los fieles es incitado a confesarse con los encargados locales en el mes de Julio previa oración de 5 de la mañana del día 1 de agosto, amparados bajo el versículo que dice:
El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que losconfiesa y se aparta alcanzará misericordia. Proverbios 28:13
Todo esto para posteriormente, dentro del mismo culto, anunciar que previo a toda la preparación, incluyendo la confesión, Samuel en persona, perdonará a todos los que han creído en su “Elección”.
Para comentar esto, analicemos el texto que históricamente ha sido tomado como la base para sustentar que Cristo otorgó la facultad de perdonar pecados a una casta especial de hombres. LLDM diría que exclusivamente a los apóstoles, la católica diría que al Papa y los sacerdotes, pero para fines prácticos es lo mismo, ya que ambas confesiones sostienen que este “poder” lo tienen los hombres para remitir a otros hombres de sus pecados:
Juan 20:22-23 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.
Debemos saber que la Sagradas Escrituras no son de interpretación privada, porque de hecho la Escritura se explica así misma. Cuando analizamos el pasaje anterior no podemos ignorar el contexto de la Biblia entera para llegar a una conclusión sobre él, porque de no ser así, terminaríamos por concebir ideas erradas (2 Pe 3:16). Recordemos que bien decía el salmista “la suma de tu palabra es la verdad” (Sal 119:160) por ello es imprescindible tomar otros pasajes que nos arrojen más luz sobre este tema.
Para ello tenemos la versión de estas mismas palabras en el libro de Mateo, que en dos ocasiones en su evangelio nos menciona lo dicho por el Señor referente a esto. Primero tenemos el pasaje de Mateo 16:19 cuando el Señor habló a Pedro bajo estos términos:
Mateo 16:19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
Como sabemos, la Iglesia católica ha usado este texto para sustentar el dogma del primado de Pedro, esto debido a que se omite a otros pasajes de la Escritura para formar un panorama completo, pero cuando vemos el contexto tenemos en cuenta que estas palabras el Señor Jesús no solo se las declaró a Pedro de forma exclusiva, si no que dos capítulos más adelante el Señor la refiere a todos los discípulos como veremos a continuación:
Mateo 18:18 De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.
Notemos por favor que en capítulo 18 de Mateo, el Señor comienza desde el verso 15 a mencionar que debemos hacer todo lo posible para resolver los problemas entre hermanos, de manera que si me hermano peca contra mí (ver. 15) estoy obligado a exhortarle por reprensión primeramente en una plática privada para buscar su arrepentimiento y así que este obtenga el perdón de Dios. Y esto es debido a que Dios no desea que se pierda ninguno de los hombres (ver. 14) y se vale de nosotros (su iglesia) para llamar la atención de aquellos que nos descarriamos del redil (ver. 12).
Ahora bien, si nuestro hermano no nos oye es nuestra obligación volver a reprenderlo pero ya con dos o tres hermanos para testimonio (ver. 16). Todo esto se hace con el respaldo de Dios, y si aun así él no quiere reconocerse, estamos obligados a hacer pública ante la iglesia su proceder (ver. 17). Con la esperanza de que se avergüence para arrepentimiento; y si no oye tampoco a la congregación, entonces manifiesta que nunca fue parte verdadera de la iglesia (ver. 17).
Bajo este contexto llegamos al verso 18 donde se nos confirma que estos actos están respaldados por Dios, en el sentido de que si nosotros como miembros procuramos restaurar a nuestro hermano y éste ignora nuestras advertencias, sus pecados no serán perdonados por Dios y ni siquiera es digno de ser llamado hermano, pero si el hermano actúa y se arrepiente por nuestro mensaje de exhortación o reprensión, mediante la palabra de Dios que le prediquemos, sus pecados le serán perdonados por Dios.
Esto es confirmado en el verso 19 y 20 donde se nos dice que los cristianos reunidos como cuerpo de Cristo podemos pedir a Dios con la confianza de que Él responde y está con nosotros.
18:19 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 18:20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Luego los discípulos entendiendo el contexto preguntan sobre el número de veces que debemos perdonar a aquellos pequen contra nosotros;
18:21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 18:22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
Del verso 23 al 33 el Señor ejemplifica todo con el relato del rey que perdonó a su deudor una deuda impagable en analogía de lo que Dios hizo con nosotros, para luego exhortar que también nosotros debemos perdonar a nuestro prójimo y de no ser así, corremos el riesgo de ser sentenciados (ver. 34) .
Para terminar el capítulo con la exhortación a toda su iglesia sobre el perdón.
18:35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
Recapitulemos
El Señor entregó a TODOS sus discípulos y seguidores la comisión de perdonar pecados, pero bajo dos premisas fundamentales:
- Todo cristiano debe de llevar la palabra de Dios para exhortar o reprender y que esta sirva como espejo para confrontar el pecado del prójimo y aún el nuestro.
- Todo cristiano está obligado a perdonar o buscar el perdón del prójimo, para que Dios perdone sus pecados así como los del ofensor respectivamente.
Así se hace todo esto, bajo la dirección y respaldo del Espíritu Santo y como resultado del AMOR FRATERNAL que debe de haber en nosotros. Los discípulos de Jesús debemos estar regidos bajo estas dos premisas; sin embargo, el perdón final del alma a los creyentes sólo puede dar Dios, de manera que el texto de Juan 20:23 debe ser entendido como lo traduce acertadamente la Biblia Lenguaje Sencillo:
Juan 20:23 Si ustedes perdonan los pecados de alguien, Dios también se los perdonará. Y si no se los perdonan, Dios tampoco se los perdonará”.
Conviene abundar un poco más en las dos premisas que señalamos:
1- EL PAPEL ESPÍRITU SANTO EN ESTE MINISTERIO
En el verso 21 de Juan capítulo 20 se nos dice que el Señor sopla y les otorga el Espíritu Santo, lo que más tarde es recibido por los discípulos el día del pentecostés (Hch 2:4). Es entonces cuando el Poder del Espíritu toma a los apóstoles y discípulos para predicar a Jesucristo como el medio por el cual Dios reconcilia al hombre y así llevar la palabra de reconciliación.
Es indispensable la presencia del Espíritu Santo para que todos seamos convencidos del pecado que hay en nosotros (Juan 16:8) y para poder predicar la Palabra.
Por ello, Pedro una vez lleno del Espíritu Santo pronunció un formidable discurso capaz de redargüir a los judíos de sus terribles faltas para que éstos buscaran el perdón de Dios, una vez los oyentes ya compungidos de corazón buscaron ser perdonados por Dios y es cuando Pedro les muestra el ÚNICO camino para hallar el perdón:
Hechos 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Notemos por favor que nunca dice “yo los absuelvo de sus pecados por la autoridad que me ha sido dada” como Samuel acostumbra decir a la grey de LLDM.
La misión de todo predicador cristiano es presentarle a la gente el sacrificio de la cruz como el único medio para recibir el perdón, y para dicha labor, como ya mencionamos es indispensable la presencia del Espíritu Santo.
No hay un solo caso en toda Biblia donde los apóstoles hayan perdonado pecados directamente como lo pretende hacer Samuel Joaquín en LLDM.
Todos los apóstoles y predicadores traían consigo un mensaje único que consistía en que Dios perdonaría los pecados de todo aquel que pusiera su fe en Jesús, el Cordero inmolado.

La sangre de Cristo perdona los pecados pasados, presentes y futuros de los creyentes como una ofrenda eterna y perfecta delante de Dios (Heb 9:12 y 10:14). Para comprender lo anterior, es necesario aclarar que los apóstoles siempre predicaron el sacrificio de Jesús como el único recurso capaz de perdonar los pecados de los hombres, por lo tanto ellos JAMÁS declararon tener el poder de perdonar pecados.
Veamos el testimonio de Juan, quien fue el autor del Evangelio que lleva su nombre así como de tres cartas a la iglesia. Analicemos si realmente él entendió las palabras de Jesús en Juan 20:23 como una facultad que el Señor le hubiera entregado para perdonar pecados.
1 Juan 1:9: Si confesamos nuestros PECADOS, él es fiel y justo para perdonar nuestros PECADOS, y limpiarnos de toda maldad.
1 Juan 2:12: Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros PECADOS os han sido perdonados por su nombre.
1 Juan 3:5: Y sabéis que él apareció para quitar nuestros PECADOS, y no hay pecado en él.
1 Juan 4:10: En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros PECADOS.
Cuatro contundentes declaraciones donde él siempre hace referencia al sacrificio sempiterno de Cristo en la cruz como el único capaz de perdonar pecados
Su sangre derramada a la que el ser humano tiene acceso cuando pone su fe y esperanza en Jesús solamente, y no sólo por darse un remojón en forma de ritualismo como hace LLDM con su versión del bautismo en agua, sino hablamos de un verdadero nuevo nacimiento por la palabra de Dios que irriga el corazón del creyente (1 Ped 1: 23), así pues leemos su declaración:
1 Juan 1:7: pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
Por favor notemos dos cosas; una vez más Juan se declara pecador como hombre que era, algo que choca con la doctrina de LLDM ya que ellos afirman que los apóstoles no pecan. Aunado a esto, Juan afirma que la sangre de Cristo nos sigue limpiando, el texto no dice “nos limpió”, sino “nos limpia” (tiempo presente continuo) de todo pecado.
Bajo esta declaración ¿Dónde queda el ministerio de reconciliación apostólico como lo predica LLDM?
Definitivamente no hay lugar para tal cosa, además, como si esto fuera poco, también vemos que Juan afirma en su carta que Cristo sigue intercediendo por todos nosotros cuando pecamos y nos arrepentimos de corazón.
1 Juan 2:1: Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, ABOGADO tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros PECADOS; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

Una vez más notamos las palabras “ABOGADO TENEMOS”, ya que los verdaderos apóstoles como todos nosotros, reconocieron su lugar como pecadores al necesitar a un mediador para ellos ante Dios (Rom 8:34).
Las mismas declaraciones apostólicas las encontramos en todo el nuevo testamento, por los otros apóstoles (1 Ped 1:19, Col 1:14, Col 1:20, Efe 1:17, Rom 5:9). Todos, absolutamente TODOS manifestaron depender del sacrificio de Jesús para que existiera perdón de pecados ante Dios, puesto que para satisfacer la justicia de Dios era necesario derramar la sangre de un inocente, ya que sin derramamiento de sangre no puede haber perdón de pecados (Heb 9:22). De ahí que el sistema sacrificial del Antiguo Testamento fuera sombra y figura de Cordero Santo.
Es una blasfemia que un hombre pecador pretenda tener el poder de perdonar pecados de otros hombres como LLDM afirma sobre Samuel Joaquín.
Pregunto:
¿En qué momento Samuel Joaquín derrama sangre más preciosa que la de Hijo de Dios para que exista dicha absolución?
Por eso volvemos afirmar que no existe un solo caso registrado en donde un apóstol bíblico haya perdonado pecados de la manera que lo pretende hacer Samuel Joaquín ante su grey, ni uno solo. Ni expresiones como “por la autoridad que he recibido yo te perdono de tus pecados”. Tampoco ningún apóstol repitió de forma siquiera semejante las palabras de Jesús al paralitico (Luc 7:48). Sin embargo, todos los apóstoles y discípulos traían la palabra de Dios de predicar a Jesús como el único medio para la salvación de la humanidad, todos dirigidos y guiados por el Espíritu santo.
2- EL AMOR FRATERNAL EN ESTE MINISTERIO
Una vez teniendo el Espíritu Santo como el primer elemento para que exista el perdón de pecados al recurrir al sacrifico de la cruz, tenemos que entrar en la virtud suprema: el amor. Virtud que debe envolver el corazón de los cristianos para poder perdonar.
Volvemos a afirmar que para que exista el perdón hacia nosotros de parte de Dios, también es necesario que nosotros perdonemos a aquellos que nos han ofendido (Mat 6:14).
Tal cual el Señor mandó en Mateo 18 acerca de cómo debe ser de persistente nuestra búsqueda de la paz con nuestro prójimo, y evocando la parábola del rey, Pablo mandaba a la iglesia para que entre ellos hubiera el perdón mutuo (Ef 4:32 Col 3:13). Es bajo este contexto que el amor fraternal puede cubrir multitud de pecados;
1 Pedro 4:8: Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.
Es así como el amor funge como una perfecta amalgama entre los creyentes para que el perdón de Dios pueda ser concedido (Pro 10:12). Por ello Pablo, junto con los creyentes de Corintio, practicó el amor fraternal para no dar oportunidad al Diablo, como lo podemos ver:
2 Corintios 2:10: Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, 2:11 para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.
Es sorprendente ver como este texto ha sido usado por los ministros de culto de LLDM para decir que aquí Pablo ejerció su autoridad para perdonar pecados como lo hace Samuel Joaquín, nada más lejos de la realidad.
Los cristianos debemos perdonar los pecados u ofensas cometidas a nosotros, para que después el ofensor busque el perdón de Dios, pero nosotros no podemos perdonar la ofensa hecha a Dios.
En ese sentido, solamente Dios puede perdonar los pecados porque hacia Él fue la ofensa.
Tenemos por ejemplo el caso del mártir Esteban cuando momentos antes de morir él expresó una petición “Señor no les tomes en cuenta este pecado” (Hch 7:60). ¿Quién de LLDM podría decir que aquí se manifestó lo que Samuel hace cada santa cena?.
Para empezar, Esteban no fue apóstol sino diácono, sencillamente él estaba lleno del Espíritu Santo para predicar y aún así hasta morir manifestó el amor hacia sus agresores como un buen discípulo de Jesucristo.
También vamos retomando las palabras contundentes de Santiago, cuando claramente nos habla del ministerio que poseen todos los creyentes, una vez más evocando las palabras de Cristo en Mateo 18:19, veamos como esa facultad reposa en TODOS los creyentes:
Santiago 4: 15. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.
La pregunta ¿quién perdonaría los pecados del enfermo? ¿los ancianos? desde luego que no, sino Dios. Los presbíteros sólo oran por el creyente en nombre de Cristo y Dios una vez viendo que éste ha confesado sus pecados y buscado la reconciliación con los hermanos lo perdona, así lo confirma el siguiente verso:
16. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
Luego una vez más Santiago ratifica lo dicho por el Maestro en Mateo 18 para exhortar a la búsqueda de aquellas ovejas descarriadas movidos por el amor fraterno, trayendo como consecuencia el perdón de los pecados del descarriado por Dios ante su sincero arrepentimiento.
20. sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.

Es así como todos los cristianos recibimos esa facultad del Señor de “atar y desatar” o de “remitir y retener”. Si un cristiano busca pedir perdón, o si vienen a él a pedir su perdón, o si va en busca de un hermano descarriado, todo esto influye de manera determínante para obtener el perdón en el cielo por Dios.
Ahora bien, los que creen a la predicación del Evangelio y reciben el amor de Dios, quien enviara a su Hijo y para que únicamente en él obtuvieran la Gracia (Lc 24:47), sus pecados les son perdonados, pero si no creen, sus pecados le son retenidos. De la misma manera aquellos que no perdonemos al prójimo, Dios tampoco nos perdonará (los pecados nos son retenidos). O si buscamos al hermano descarriado y éste rechaza la exhortación, le son retenidos sus pecados.
Como vemos, la doctrina de LLDM nunca podrá aportar un solo caso bíblico de un apóstol perdonado pecados como Samuel Joaquín supuestamente lo hace.
Sin embargo, suelen citar “ejemplos” de retenciones de pecados malinterpretando pasajes de la Biblia, como el caso de Ananías y Safira (Hch 5). Pedro les declara que por haber pretendido robar a Dios serían muertos, sin embargo, aquí jamás se habla de retener pecados, de hecho Pedro no declaró la sentencia inicial a Ananías; sino que de repente él cayó muerto (ver 5). Lo que sirvió más tarde para que Pedro conociera el castigo de Dios para Safira (ver 9). Aquí sencillamente se narra la sentencia que Dios en su SOBERANA voluntad determinó ejecutar y que Pedro solamente declaró como su portavoz. Esto sirvió para que entrara temor de Dios en la iglesia (ver 11).
De la misma manera podemos citar otro ejemplo forzado que LLDM suele citar para tratar de sustentar su aberrante doctrina, como el caso de Alejandro e Himeneo (1 Tim 1:20), donde Pablo declara haberlos entregado a Satanás. Sin embargo tampoco esto va ligado a lo dicho en Juan 20:23, , del que ya analizamos su significado. Más bien el hecho fue que Pablo simplemente los dejó a merced del diablo por su persistencia en el pecado, lo cual confirma lo que dijo el Señor “tenedle por gentil y publicano” (Mat 18:17).
¿Qué es realmente el ministerio de reconciliación?
Por último aclaremos lo que es realmente el ministerio de reconciliación bíblicamente hablando. Pablo habla a los corintios y así nos dice:
2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 5:18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 5:19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 5:20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 5:21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Comenzamos por ver cómo declara en el verso 18 que la reconciliación sólo es por Cristo (Col 1:20, Ef 2:16) para luego declarar que a ellos (Timoteo y Pablo) les dio el ministerio de reconciliación.
¿En qué consiste este oficio? ¿será acaso la facultad de poder perdonar pecados de los hombres?
De ninguna manera, sino más bien predicar que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo. Luego nos dice que ese ministerio es en realidad una “palabra de reconciliación” (ver 19), de la cual los predicadores de esa Palabra son embajadores para rogarles a todos los hombres que se reconcilien con Dios (ver 20). Y ¿de qué manera? ¿perdonando sus pecados como Samuel Joaquín pretende hacer? ¡NO! sino predicando al Cordero y Siervo sufriente que nos justifica para con Dios, que es Jesucristo (ver 21).
EL MINISTERIO DE RECONCILIACION ES LLEVAR LA PALABRA DEL TESTIMONIO DEL SACRIFICIO DE JESUCRISTO ANTE EL MUNDO ENTERO. Así que todo predicador es un embajador o anunciador de Dios como lo debe ser la Iglesia (1Ped 2:9).
Recordemos el tan conocido texto donde LLDM se apoya para decir que sólo un apóstol puede predicar el Evangelio
Romanos 10:15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?…
LLDM afirma que nadie puede predicar si no es enviado personalmente por Cristo o Dios mediante un apóstol. Pero esta interpretación ignora completamente el contexto, ya que en el capítulo 9,10 y 11 Pablo habla del Pueblo de Israel material, de cómo ellos fueron apartados temporalmente y de cómo al final con la venida de Cristo serán re injertados.
Es entonces cuando vemos que Pablo comienza por decir en el capítulo 10 de Romanos versículo 11 que el que invoque el nombre del Señor será salvo, sean judíos o griegos, luego en su manera particular de predicar con preguntas retóricas comienza a declarar:
10:14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
10:15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!
Invocar depende de creer, creer de oír, oír de predicadores y para que haya predicadores es necesario que alguien sea enviado o comisionado para ello; sin embargo Pablo aclara que a Israel nunca le faltaron predicadores para que no hayan oído de Cristo, comienza por hablar de Isaías el profeta:
10:16 Más no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Isaías en su libro profetizó muchas cosas sobre el Mesías, pero Israel no escudriñó sus escritos para que reconocieran a Jesús, cosa que el Señor les reprochó (Juan 5:39). Luego Pablo pregunta si realmente tenían excusa (los judíos) de decir que nunca habían oído sobre Cristo, para pasar luego a citar a David (otro profeta de Cristo).
10:18 Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras.
El testimonio de Cristo lo dio Dios, publicándolo por medio de sus profetas, testimonio que asentaron en las Escrituras, Moisés, David e Isaías como ejemplo (ver 19 y 20). Sin embargo Pablo concluye que Israel nunca quiso tomar el mensaje de Dios (ver 21).
10:21 Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor.
Así que afirmamos que el texto de Romanos 10:15 habla del rechazo de Israel al mensaje de Dios y esto a pesar de los mensajeros o predicadores que les mandó cuyas profecías quedaron en la Sagradas Escrituras como testimonio hasta nuestros días. Por esta razón son ellas las que manifiestan a Cristo al mundo entero y es el recurso indispensable que todo predicador de la Gracia debe tomar para anunciar a Jesús al mundo. Veamos esto en el mismo libro al final de epístola:
Romanos 16:25 Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, 16:26 pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe.
Más claro no puede estar. Hoy tenemos su palabra gracias a que Dios preservó las Sagradas Escrituras. Así que el ministerio de reconciliación bíblico es diametralmente opuesto al que se predica en LLDM. Pero lo más aberrante de esta herejía es la negación total de la suficiencia del sacrificio de Cristo en la cruz.
Hebreos 10:14: porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
Debemos de reconocer entonces, con suma tristeza, que cada vez que los fieles de Samuel se acercan a él para recibir el perdón de sus pecados, según la Palabra de Dios, ocurre exactamente lo contrario:
Juan 9:41: Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, VUESTRO PECADO PERMANECE…
Los fieles saldrán, después de una catarsis personal y un encuentro grupal con su líder, con una sensación de ligereza y descanso físico. El pecado ha sido borrado de la mente, pero sigue presente delante de Dios en el corazón de cada uno de los asistentes.
Nuestro deber por el momento, estimados hermanos, cuando gracias al amor de Dios en nuestros corazones hemos comprendido que sólo hay un abogado e intercersor de nuestras almas, es, precisamente, orarle a Él para que siga iluminando las vidas de quienes han de ser salvos y libres de sectas como nos iluminó a nosotros.
Dios los bendiga